La "dulce espera" es como se le dice marketineramente a cargar una criatura (de 4kg en mis ambos casos), deformarse aumentando minimamente 10kg (veintipico y dieciseis en los mios), y morir ansiosa esperando EL momento (soy campeona de tetris y solitarios). Sin hablar de los pormenores qe te enterás e investigás una vez metida en el baile: retención de líqidos, estrías, celulitis, várices, hemorroides, hormonazos constantes.
En mis 80 semanas de embarazo (39 con Joaquin, 41 con Sofia) he pasado de todo. En el primero hibernaba, en el segundo conté 6 millones y medio de ovejas, de perros y pajaritos y nada. En el primero abusé de antojos tales como pastas y un salamín x semana, en el segundo las nauseas me obligaron a dieta casi a rajatabla. En el primero no había porong* qe me alcance, en el segundo no qería ver una porong* ni en ecografía. En el primero qería qe el pibe salga x osmosis casi sin enterarme, en el segundo no me aguantaba las ganas de parir y sentir absolutamente todo. En el primero fui feliz, y en el segundo también.
No importa qé se diga del embarazo, es un estado maravilloso, distinto a todo, comparable con nada, qe por mas qe el pibe te baile tap como Cormillot adentro tuyo sos feliz.
Sin lugar a dudas, gestar vida es una de las mejores cosas de la maternidad.
Que lindo... y qué cierto...
ResponderEliminarDebe ser por estas dos cosas que uno tiende a reincidir...
Bienvenida al mundo blogger, Coni
(no te emociones con el comentario, porque soy de esas que comentan muuuuy de vez en cuando... pero lee siempre!)
Tirar flores no eh!!! :P
ResponderEliminar